II Bienal del Mercosur
La contemporaneidad como marca
Autor: Lisbeth Rebollo Goncalves ArtNexus No.
36 - May 2000
En esta bienal no hubo división por países, sino una distribución
libre de los artistas y, con frecuencia, de acuerdo con las elecciones
hechas por ellos mismos.
La II Bienal del Mercosur(1) de la ciudad de Porto Alegre,
en Brasil, se centró fundamentalmente en el arte contemporáneo.
La curaduría evitó proponer un tema o problema estético
específico ligado al arte actual. Fabio Magalhães, el
curador general, consideró que la complejidad de la obra de arte
suscita problemas y provoca indagaciones que no se restringen más
al tema como elemento aglutinante de la producción contemporánea(2).
De esta manera, la única premisa que prevaleció fue la
contemporaneidad y, como resultado, mostró diversos caminos de
fuerte vitalidad en este campo.
La II Bienal se presentó como una propuesta plural,
al reunir pintura, escultura, instalación, performances, video
y arte-tecnología.
La muestra fue organizada con la participación de curadores de
cada uno de los países integrantes del Mercosur: Jorge Glusberg,
por Argentina; Pedro Querejazu, por Bolivia; Fabio Magalhães
y Leonor Amarante, por Brasil; Justo Pastor Mellado, por chile, Ticio
Escobar, por Paraguay; Ángel Kalenberg, por Uruguay. Colombia
fue escogido como país invitado y Eduardo Serrano como curador
de la participación colombiana. En total concurrieron cerca de
130 artistas de esos países.
Cuatro exposiciones especiales, fuera de la muestra contemporánea,
configuraron la II Bienal del Mercosur: la del argentino Julio Le Parc,
personalidad en el campo del arte cinético y precursor del arte-tecnología,
muestra que contó con la curaduría de Sheila Leirner;
la de Iberé Camargo, artista brasileño, recientemente
fallecido, nacido en Rio Grande do Sul, muestra-homenaje de esta bienal,
al cuidado de Lisette Lagnado; la exposición Ciberarte: zonas
de interacción, organizada por Diana Domingues, y la muestra
Picasso, cubistas y América Latina, propuesta por Fabio Magalhães.
La bienal fue montada en tres espacios diferentes de la ciudad, todos
ellos muy apropiados al perfil de las exposiciones que acogieron. Las
muestras históricas fueron instaladas en el Museo de Arte de
Rio Grande do Sul (MARGS); Ciberarte y Le Parc ocuparon el antiguo edificio
de la Usina do Gasômetro, totalmente restaurado para recibir eventos
culturales; y los artistas contemporáneos presentaron sus trabajos
en el antiguo espacio de Almacenes del Departamento Estatal de Puertos
(DEPRC), en los muelles del puerto, donde en el pasado hubo talleres
de fundición y reparación de piezas de navíos.
Este último espacio fue especialmente preparado para recibir
los trabajos contemporáneos de esta bienal. con este espacio,
además, la curaduría general posibilitó a los artistas
participantes la apropiación de lugares como casas, barracas,
o paredes y muros, así como estructuras antes utilizadas en las
labores de reparación, como por ejemplo hornos, los cuales terminaron
por integrarse en las propuestas artísticas. Surgió de
este modo un nuevo concepto espacial para la exhibición de arte
contemporáneo, fuera de las galerías, fuera de los museos
y dentro de un proyecto urbanístico de restauración y
reutilización de partes antiguas de la ciudad. La intención
de la curaduría fue deliberada en cuanto a desviar la mirada
del visitante hacia un lugar alternativo. Así, espacio y arte
compusieron un escenario transgresor.
En esta bienal no hubo división por países, sino una distribución
libre de los artistas y, con frecuencia, de acuerdo con las elecciones
hechas por ellos mismos, cuando se trataba del espacio del Muelle del
Puerto.
Entre el conjunto de artistas contemporáneos presentes en la
exposición sobresalió una vertiente identitaria y existencial
que se expresó, entre otras formas: 1) por el abordaje del propio
cuerpo, como una subjetividad expresada a través de las más
variadas formas metafóricas; 2) por el abordaje de lugares como
la casa; en este caso, por lo tanto, un concepto identitario de lugar;
3) por la memoria en su esencia cultural; 4) por la crítica a
la realidad social.
La vertiente identitaria y existencial que aborda el cuerpo plantea
reflexiones de distintas cualidades en la producción artística
contemporánea. Se perciben denominadores comunes del arte de
la última década, que están presentes en la obra
de muchos de los artistas de esta bienal del Mercosur.
La mirada hacia el cuerpo se hace bajo la identidad de género,
con intimismo y personalismo; en ciertos trabajos aparece la exposición
de lo corporal y físico del cuerpo(3). Podemos ver la sexualidad
del hombre y de la mujer, y la homosexualidad.
Los Autorretratos de Erika Ewel (Bolivia) revelan la sensualidad femenina,
la fuerza libidinal del deseo. La instalación de Valia Carvalho
(también de Bolivia) crea una fuerte metáfora respecto
al aborto: la sexualidad se muestra, en este caso, como un puente entre
vida y muerte. Fernando Arias (Colombia) presenta una fotografía/tatuaje
de su cuerpo desnudo. El tatuaje es la firma del artista y el cuerpo
se prepara para ser subastado. El artista identifica su trabajo con
el título Desorden dismórfico corporal. En la instalación
de Ricardo Migliosisi (Paraguay) el cuerpo masculino es agredido por
alfileres. Su interioridad y exterioridad son el eje del trabajo de
Cecilia Vignolo (Uruguay). La artista interviene con
cera las fotografías de su cuerpo desnudo, durmiendo. El cuerpo
es cubierto por una frazada de cera depilatoria con vello propio (producto
de la depilación previa). La fotografía es también
el medio que utiliza Luiz Zerbini (Brasil) para presentar imágenes
deformadas de cuerpos. Alejandra Wolf Rojas (chile), en su obra La que
yace III (óleo sobre lienzo), exhibe un cuerpo femenino muerto,
con marcas de violencia, y cuando lo dilacera, en una imagen sobrepuesta,
nos va haciendo ver sus entrañas.
El concepto identitario de lugar aparece en instalaciones como la de
Maria Tomaselli (Brasil). La casa es ahí el lugar poético
donde la artista registra las épocas de la vida; es el espacio
de intimidad, desde donde se proyectan los devaneos. La artista se apropió
de una caseta de vigilancia del espacio que eligió para su instalación.
Tomaselli la reconstruyó e intervino por dentro creando pinturas-objetos,
pequeñas cajas que se pueden abrir, y aperturas, también
pequeñas, a través de las cuales se puede ver el paisaje
exterior. Alrededor de esta casa, colocó, sobre pedestales, tres
obras esculpidas en granito, con significado de tótems, configurando
así esta instalación a la cual llamó La cuarta
casa.
De igual manera los tótems están presentes, como registro
de la memoria, en el trabajo El bosque de los ídolos, de Nadin
Ospina (Colombia). El artista añade un sentido criítico
a su trabajo: critica la masificación en nuestro tiempo. Hace
su abordaje, sobre todo, desde la óptica de la cultura. Sus tótems
están dispuestos en un templo, un altar religioso (?), un escenario
de paredes rojas. En su trabajo, la escultura precolombina se metamorfosea,
hibridándose con rostros de los personajes Simpson y Mickey Mouse.
Una estrategia semejante aparece en la instalación de Federico
Arnaud (Uruguay), titulada El juego de los milagros (imágenes
de Jesús y de los apóstoles son utilizadas en un juego
de fútbol). El artista se vale de la iconografía religiosa
cristiana para conducir su preocupación por la identidad latinoamericana.
En el trabajo de Osvaldo Cibils (Uruguay), el sentido cultural y critico
también está presente. Cibils se vale de la lonja proveniente
de los cueros disecados, recuperando tradiciones artesanales de su país.
Construye pequeños objetos imaginados que se distribuyen en el
espacio, creando así la instalación que él titula
Cueros. Es interesante recordar, como observa el curador uruguayo Ángel
Kalenberg, que, en español, andar en cueros significa ir por
la vida desnudo, sin disfraces.
En el contexto de la exposición de arte contemporáneo
de la II Bienal del Mercosur, la vertiente de crítica social
se evidencia en obras como Información/Desinformación/Contaminación,
de Adriana González Brun (Paraguay), presentando un gran basural
con periódicos amasados. En las instalaciones de Andrea Goig
y de Mario Opazo (de Chile y Colombia) se proyecta la crítica
a la violencia política.
En el conjunto de la muestra, hubo todavía una presencia significativa
de trabajos conceptuales y de obras dentro de una estética formalista,
como la de los brasileños Marco Gianotti, Mauro Fuke, Nelson
Félix, y de los argentinos Nora Aslan y Pablo Siquier, entre
otros.
La muestra Ciberarte: zonas de interacción reunió 34 artistas
de multimedia, internacionalmente conocidos, que presentaron trabajos
en diferentes modalidades, como la ciberinstalación, el ciberperformance,
websites, hipermedia, CD-ROM, lo que permitió el contacto con
la realidad artística virtual. Un ciberpuerto que reúne
los websites artísticos puede ser visitado en la dirección:
www.bienalmercosur.art.br/ciberporto.
Con el fin de ofrecer una visión amplia del estado actual del
ciberarte, la curadora Diana Domingues invitó personalidades
que actúan fuera del espacio geográfico del Mercosur,
como Christa Sommerer y Laurent Mignonneau (Austria y Francia), Edmond
Couchot y Michel Bret (Francia), Masaki Fujihata (Japón), Roy
Ascott y Josep Giribet (Inglaterra y España), Yoichiro Kawaguchi
(Japón).
En el contexto de las zonas de interacción, afirma Domingues,
es necesaria la entrega de los que participan en la experiencia tecnológica.
La elección de las conexiones e inmersiones en los ambientes
virtuales es del público, el cual interactúa con los trabajos
producidos por el ciberartista. La vida del sistema virtual depende
de esta interacción.
En cuanto a las muestras de perfil histórico, como Picasso, cubistas
y América Latina, además del contacto con dibujos, grabados
y óleos de ese fundador del cubismo, se pudieron apreciar trabajos
de Léger, Lhote, Metzinger, Lipchitz y los latinoamericanos,
Petorutti, Portinari, Barradas, Tarsila, Brecheret, Di Cavalcanti, entre
otros.
La muestra homenaje, que destacó la peculiaridad de la investigación
expresionista de Iberé Camargo, reunió obras de su producción
entre los años 1950 y 1990.
En la exposición de Le Parc se puso en evidencia que en su proyecto
constructivo y cinético fue esencial el método de la experimentación.
En el conjunto presentado, se destacaron los momentos de su obra donde
lo abstracto, lo virtual y lo interactivo (Lumière en Vibration,
Luz en vibración; Continuel-Lumière mobile, Luz continua
móvil, por ejemplo) insertaron a Le Parc en la historia de los
artistas precursores del arte-tecnología.
Durante la II Bienal del Mercosur se desarrolló un conjunto de
encuentros: el simposio Ciberarte: zonas de interacción; el simposio
sobre Psicoanálisis, sueño y creación artística;
el seminario internacional El arte ante lo contemporáneo, y el
simposio de crítica de Arte, de la Asociación Brasileña
de Críticos de Arte, que conmemoró sus 50 años
de fundación.
NOTAS
1. Abrió el día 5 de noviembre de 1999 y cerró
el día 9 de enero de 2000.
2. En Contemporaneidad, Ia marca de Ia II Bienal: presentación
del catálogo general. Ed. Fundación de Artes Visuales
del Mercosur. POA. 1999.
3. Observación del curador por Bolivia, Pedro Querejazu.
|