Cecilia
Vignolo por Rulfo
Por cada obra de arte que se hace física existen muchísimas
variaciones que no llegan a serlo
Sol Le Witt.
Una obra poco pulcra, una pintura desabrida, descompuesta y una valija
como tantas que hemos visto en tantas muestras.
En una carta de Vignolo nos relata que ha sacado la pintura de la tela,
ha despintado con su cuerpo parte de los pigmentos adheridos al lienzo…comenzamos
a saber algo más. Nos muestra una valija donde se va a guardar,
donde va a viajar…seguimos hilvanando otro poco.
Antes que ella viajamos nosotros, vamos a la historia del arte a buscar
anclaje, analogía, algo que nos permita legitimarla. ¿Cómo
podríamos asentar su trabajo sin un Logos que nos permita sostenerla?
Que herejía seria partir de cero ante una obra, tarea difícil
por no asentir en su imposibilidad y tarea que necesitaría demasiado
valor, valor infinito que no poseemos.
Ir a la historia, hermosa tarea de todos nosotros los latinoamericanos,
que lastre grande que tenemos, cada obra trae atada toda una historia
que debe ser respetada también en su falta de respeto, toda una
historia desencadenada a partir de la dialéctica Hegeliana, una
historia de los relatos parricidas. ¿Y esa historia también
no le acontece a la mujer? No es que cada paso femenino no trae por
detrás un aliento a varón. Que plagado de Logos masculino,
sí masculino, el Logos no es femenino, solo el lenguaje es femenino,
pero eso aquí no importa.
Vamos a la historia porque Vignolo nos llama a la misma, juega con
eso, llama a Ives Klein para que dialoguemos. Aquí hay un juego
de palabras: Klein no habla, su obra habla de si misma, de lo que Klein
la obligo a hacer. Habla de un conjunto de acciones, de cómo
usaba un soporte, unos materiales, un mecanismo, como manipulaba.
Klein usa a la mujer como medio para transferir pintura a la tela,
mas tarde en la tela quedará el registro de la acción
y nos congraciaremos de un nuevo uso del lenguaje, entonces el campo
del arte quedará agradecido.
Vignolo “invierte” esta actitud, transformándose
en legisladora y ejecutante/ejecutiva, decide y elabora la obra, reduce
el mecanismo de Klein para mostrar lo misógino del Arte. La despigmentación
opera como metáfora de toda la historia del Arte. ¿Como
hacer para construir el arte desde el comienzo si no se despinta por
completo? Pero Vignolo no traduce un discurso fuerte, propio de los
últimos coletazos del arte moderno, lo hace con fuerza, con energía
pero sabiendo que el poder de su obra esta no en despintar por completo
el lienzo, sino quitando hasta donde su cuerpo lo permita. Que tarea
titánica, que valor el de esta mujer al momento de inferir un
discurso, casi aproximada a un discurso político, que desvinculada
de todo esencialismo de genero. Que problema este, discute a la par
con el proyecto del Nuevo realismo francés, desde aquí,
anacrónicamente y sin respetar el poder de la sintaxis pictórica
que garantice la belleza del cuadro. Pero tampoco puede hacerlo, que
contradictorio seria hacer un cuadro bello cuando la esencia se desvanece
tras el desvelamiento del mecanismo de poder que opera tras las antropometría
del francés.
Vignolo sale de la dialéctica del parricidio, no usa a un hombre
para repetir lo mismo, para invertir a Klein, no invierte un silogismo,
juega en el borde del pensamiento, lo hace con debilidad pero sin titubeos,
da un paso más allá de la modernidad. Deconstruye el proceso
no solo para mostrar el dominio, si no para erguirse como gestora de
sus propios actos. Habla con las historia, viaja en el tiempo, viaja
en su cuerpo para descubrir nuestra fascinación por ir hacia
los centros hegemónicos del arte, yendo al origen.
Para Klein lo importante es la acción, origen de un registro
plástico, bello; para Vignolo la belleza es secundaria, sabe
que la belleza en el arte es tambien un constructo masculino sobre lo
ideal, la perfección, la simetría, el orden. Vignolo solo
deja rastro de su actitud, cuanta verdad descubre, cuanta verdad es
vista tras la pintura que se pierda por el arrastre que hace su cuerpo.
El cuerpo es su herramienta, como no descifrar de esta acción
el disgusto a como al hombre construye el cuerpo del otro, el cuerpo
de la mujer. Como nos descifrar que esta artista descubre que el arte
y el hombre son los que ejerce el poder del logos que la encierra. Por
eso se encierra en esa valija, para protejerse, para quedar a oscuras,
sin luz no hay visión y por lo tanto tampoco logos. Como volver
a la caberna, ahí ella no se oculta de los demás, nosotros
nos ocultamos de ella. Su cuerpo, su valija, su viaje en la historia
se concatena desplegando un entramado simbólico por el que estamos
habituados a correr a recorrer.
Donde se puede estar mas alejado de la palabra del padre sino es en
el propio cuerpo, ¿que hay mas alejado de lo trascendente que
el uso del propio cuerpo?, ¿Dónde hay mas vivencia que
ahí?. Que asombrosa falta de respeto de esta mujer a Klein, al
patriarcado, a la historia, que falta de miedo a toda hegemonía.
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